Es un lugar para despejarse mental, física y socialmente, un espacio libre de estrés, donde el usuario-estudiante se siente acompañado y contenido.
Su objetivo es acompañar a los estudiantes que atravesaron la suspensión de las clases presenciales durante la pandemia, para que puedan integrarse progresivamente al ámbito social universitario y ser parte de la comunidad. Para alcanzarlo, se diseñó un dodecaedro a partir de biomateriales.
En un principio, sus paredes son opacas, de manera que cobijan y contienen al usuario. Con el paso del tiempo, los materiales comienzan a degradarse y volverse transparentes.
Dicha característica tiene como meta acompañar el proceso de adaptación del usuario a su nuevo entorno, ayudándolo a integrarse a él.
Proyecto realizado por Joaquín Arrambarri y Máximo Costa en la materia Sustentabilidad.